Durísimo nivel de la Segunda División
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Re: Durísimo nivel de la Segunda División
El Lugo es matemáticamente equipo de 1ª RFEF. Un equipo que yo creo esta ligado ya para siempre a la historia moderna del Sporting. La frase GOOOOOOL del LUGOOOO ya es una de las de cabecera de cualquier sportinguista. Yo solo deseo que vuelvan pronto al futbol profesional. Y bueno que el próximo finde no les de por perder esta amistad tan entrañable
Re: Durísimo nivel de la Segunda División
No sé dónde iría esto pero me ha echo gracia que Nino vaya en la candidatura del PP en Elche
Re: Durísimo nivel de la Segunda División
El Insular, a rebosar.
Las Palmas propone. El Alavés un poco pasado de vueltas y cometiendo muchas faltas. García Plaza, en su línea.
Las Palmas propone. El Alavés un poco pasado de vueltas y cometiendo muchas faltas. García Plaza, en su línea.
Re: Durísimo nivel de la Segunda División
Pues final en El Insular y la noche será larga en Las Palmas para celebrar el ascenso. El Alavés apretó mucho durante unos 25 minutos de la segunda parte, momento en el que tuvo el partido en su primera ocasión. Villalibre, al muñeco. Las Palmas supo sufrir y al final volvió a controlar el partido.
Pimienta logra su primer ascenso y en las entrevistas a pie de campo, los futbolistas recalcan insistentemente el papel de la cantera.
Pimienta logra su primer ascenso y en las entrevistas a pie de campo, los futbolistas recalcan insistentemente el papel de la cantera.
Re: Durísimo nivel de la Segunda División
El dueño del Racing en la UEFA, al borde del desahucio: «Decían que me lo llevé crudo... pues ya he dormido dos noches en la calle»
Jacobo Montalvo desvela un secreto que era confidencial: «Las acciones de Ali volvieron a la 'tierruca' porque pagué 30.000 euros. Si alguien me ve pidiendo, por lo menos que no me insulte».
Ahora que el Racing vuelve a volar de la mano de Sebastián Ceria y Manolo Higuera, lidera la Segunda bajo la batuta de José Alberto y mira con optimismo el regreso a la élite a lomos de Íñigo Vicente, conviene escarbar entre sus cenizas. Para poder mirar al horizonte sin repetir los errores del pasado, para aclarar flecos pendientes y, ya de paso, para rescatar historias que ponen los pelos de punta. Una de ellas es ésta: mientras Ali Syed (anterior dueño) sigue fugado de la justicia, Francisco Pernía (el presidente en la Belle Epoque) continúa picoteando en paradero desconocido y Ángel Lavín (alías Harry y esbirro de Ali y Pernía) entra y sale de la cárcel, Jacobo Montalvo es el único dirigente de aquella crisis, que casi tumba al club hace una década, que permanece en Santander. Y no precisamente como se le recuerda.
El empresario (Madrid, 1966) puede dar fe hoy de que heredó dos caramelos envenenados, según cuenta en una entrevista en Relevo. Su padre le cedió hace dos décadas la gestión de una constructora que entraba en concurso en Madrid y le dio paso, además, como máximo accionista de un club en UEFA (2008-09) que había adquirido, más por compromiso que estrategia, tras poner 7,5 millones de euros. Pese a los buenos resultados deportivos, la crisis del ladrillo afectó al balón, hubo que vender deprisa y corriendo y al final, tras un traspaso chapucero en el que el comprador desapareció, recuperó el poder en los juzgados para vender sus acciones finalmente por un euro para evitar la desaparición. Hoy conserva la educación, la cultura y el porte de galán en nuestra cita en el futbolero Restaurante Gambrinus, pero sin embargo ahora es un desempleado en quiebra, que vive de alquiler en un minúsculo piso de la Avenida Los Castros con la amenaza latente del desahucio y con el callo de haber dormido incluso en la calle. Ésta es su historia.
-¿Cómo resumiría quién es Jacobo Montalvo para quien no le conozca o no le recuerde?
-Una persona que entró en el Racing por casualidad, por necesidades del guion. Había una situación previa que había que solucionar y me tocó a mí.
-¿Y qué pasó luego?
-Siento decirlo con toda claridad: fui la única persona que se ocupó de recuperar las acciones del Racing que tenía un señor extranjero [por Ali Syed] que no me pagó y demostró que no tenía interés en el club. Si el Racing está jugando ahora es porque hubo uno que se dejó su patrimonio y esfuerzo en que el Racing volviese a la tierruca.
-No tenía esa sensación. Y creo que mucha gente tampoco.
-Porque se piensan cosas que no son. Recuerdo que se decía que mi familia y su empresa no habían puesto dinero. Y que se lo habían llevado crudo. Bueno, pues mire, ahora mismo estoy en una situación que no me da vergüenza decir: tengo un certificado de servicios sociales que dice que estoy en una situación de vulnerabilidad social. Me pueden echar de la casa donde vivo en 15 días [menos ya, porque la entrevista se realizó el pasado 16 de septiembre]. Entonces, evidentemente no me llevé nada.
-Si no le estoy entendiendo mal, me está hablando de desahucios una persona que hace nada era adinerada y dueña de un equipo de Primera. ¿Cómo se come y se bebe eso?
-Porque han ocurrido muchas cosas en este país y en otros. Estudié Derecho y Asesoría Jurídica de Empresas, siempre con la idea de tratar de echarle una mano a mi padre, que fue empresario de éxito pero no muy ordenado. El caso es que constituimos una constructora pequeñita, con cuatro o cinco trabajadores, y en el año 2008 éramos más de mil. Trabajaba y era socio. La empresa funcionaba muy bien, pagaba mucho y se podía permitir muchas cosas. Pero la vida no es un camino recto. Hubo una serie de contingencias que no conocía y no puedes controlar. Hablamos de temas personales: familia, divorcio, el Racing... Me costó mucho dinero a nivel personal, porque nadie me ayudó a recuperar mis acciones y fueron muchos cientos de miles de euros, y mucho tiempo. Y gracias a Dios, tardó, pero se consiguió. Pero cuanto más tarda, más cuesta.
-Me llama la atención que he intentado hablar con Ali Syed, Francisco Pernía o 'Harry', claves en aquel sainete, pero no dan señales. ¿Por qué usted no tiene problema en dar la cara y hablar?
-Aquí, sí. Pero no lo había hecho nunca. Y digo, ¿por qué no? Es que es al revés. No tengo que esconderme de nada. En su día decidí que, por la coyuntura de mi propia empresa y por la del Racing, era más apropiado que viniese a Santander. He veraneado en Cantabria toda la vida, en Comillas, y Santander me enamora. Si me tengo que ir aquí, me muero. Tengo devoción por esta ciudad, por el Racing y su gente. Nací en Madrid de casualidad, pero podría decir como un vasco, que soy de donde me sale de las narices, ¿no? Y en realidad, por el trabajo y por cosas importantes que he hecho, con muchos errores, Santander es mi ciudad. No tengo ninguna gana de moverme.
-Sigo impactado con lo que decía antes. ¿Y qué es de su vida?
-No es un caso particular y supongo que habrá mucha gente a la que le habrá pasado lo mismo o parecido. Cuando tienes un nivel profesional, económico y financiero muy alto y surge la crisis de 2008… A muchas empresas nos pasó lo que nos pasó. Tuvimos que ir a concurso de acreedores. Y a partir de ahí, la Agencia Tributaria me lleva reclamando un millón y pico de euros desde hace seis años por una supuesta deuda. Todavía no he conseguido una sentencia.
-¿Y qué ha hecho durante este tiempo?
-Defenderme. No puedes hacer nada. Vivimos en un país un poco complejo en ese sentido. La ley dice una cosa, pero luego las cosas funcionan de otra manera. Tratas de dedicarte a algo y todo son embargos, embargos y más embargos. Es una especie de exclusión social. Eso es lo que me ocurre ahora mismo. Son complicaciones que han vivido mucha gente que también he conocido en Santander. Les veo comiendo en comedores sociales, en la calle Tantín. Me he encontrado a profesionales de primera línea comiendo en lo que llaman la Cocina Económica. Soy uno más de ellos.
-¿Cómo lo afronta?
-Con sorpresa. Y luego, tratando de ser positivo y no pelearte con el mundo. Porque esto lo único que hace es quemarte y se trata de solucionar los problemas. Pero aquí los plazos de la justicia son los que son... Se me han imputado una serie de presuntos delitos derivados del Racing por los que, evidentemente, no he sido condenado a nada. No podemos decir lo mismo de muchos otros que sí lo han sido [por Pernía y su sucesor Harry]. Son circunstancias de la vida que no te esperas pero te ocurren.
-¿Cómo fue la primera vez que supo del Racing y de qué manera comenzó su relación con él?
-La primera vez debió de ser en un verano en Comillas, comprando cromos.
-Y cuál es el momento en el que en su casa dicen '¿existe la posibilidad de comprar el Racing?'
-Nunca me lo plantearon directamente. En realidad el Racing ya lo compró una sociedad [instrumental] que se llamaba Dumviro Ventures y los accionistas eran otros, de Madrid, y luego se fueron. Revilla le pidió después el favor a mi padre para que se hiciera cargo. Francisco Pernía, que fue el presidente durante mi trayectoria, ya estaba nombrado por consenso entre aquellos socios, por presiones políticas, porque él estaba muy bien relacionado en Cantabria y era comercial en el norte de la empresa de mi padre [Grupo Silver Eagle, que era propietario a su vez de Dumviro]. Y aparte, lógicamente, había simpatía. Me considero montañés.
-¿Por cuánto dinero se hizo su familia con el club?
-Siete millones y medio de euros. Y luego, además, se asumió una cantidad similar, que era cercana a otros siete, de un préstamo participativo del Gobierno de Cantabria al Racing para cubrir un agujero que se produjo con la presidencia de la empresa SADISA y luego con Piterman. Fue cuando quedó un boquete que había que tapar para no entrar en causa de disolución. Eso el Gobierno lo cubrió, pero luego no había tesorería para funcionar. Y es cuando entró la empresa de mi familia y puso un dinero para montar un equipo que, por cierto, no salió del todo mal. Ahí estaban Zigic, Scaloni y otros más. Se hizo un equipo majo y quedamos undécimos en la primera temporada [2006-2007].
-¿Cuánto tardó su padre en decir 'esto es una ruina'?
-Nunca lo dijo. Lo que sí dijo fue 'hijo, esto es un lío, ocúpate de ello'. Eso pasó desde que se constituyó Dumviro. Tuve que ir capeando temporales.
¿Estaba usted preparado para liderar un proyecto de tal envergadura?
-Me pilló con 38 años. Es una pregunta compleja. Ahora se considera que con 50 años uno no está preparado para nada porque ya está viejo. Todo es relativo. ¿Preparado en cuanto a formación jurídica y empresarial? Se supone que sí. Ahora me siento más preparado aún porque uno va aprendiendo. Sobre todo a quien no debes arrimarte. Que no es poco. Es casi lo más importante.
-Hablaba antes del tema de presiones. ¿Es cierto que Ángel Agudo (exconsejero de Economía de Cantabria) le dijo: «Si no entráis en el Racing os vais a quedar sin el Ecoparque Besaya»? [El Ecoparque era una de la adjudicaciones más golosas para las constructoras]
-Fue una escena tensa. Ángel Agudo era cordial, pero tenía sus responsabilidades. A mí, cuando dijo eso, me dejó igual porque el Ecoparque no fue adjudicado a Silver Eagle, que era mi empresa. Se adjudicó a una de Caja de Cataluña con la que trabajábamos en minoría. El presidente de esa caja, que era uno de nuestros socios de referencia a nivel financiero, era Narcís Serra, exministro del PSOE. Nunca he sido muy de meterme en política, porque es un poco bardal y no tengo seguramente el talento o los escrúpulos para manejarme bien en esos jardines. Pero dije que a nosotros no nos iba a quitar nada.
-Usted vivió la época más gloriosa del Racing. ¿Cuál es su mejor recuerdo?
-Podría ir a un tópico, que es el de siempre nos quedará París, porque fue muy bonito [al Racing le tocaron en la fase de grupos de la UEFA 2008-2009 PSG, City y Schalke]. A mí me ilusionó mucho ver el arrastre que tuvo competir en Europa, ir a París, a la Torre Eiffel. Ver aquello lleno de racinguistas con tantas bufandas. Ver El Sardinero lleno también era tremendo. Se hizo muy bien el primer año con Portugal. Con Marcelino fue impresionante. A mí me tocaba estar en el palco y tenía que guardar el protocolo, pero se me caía la lagrimilla. Obviamente hicimos los mejores años a nivel deportivo.
-Le recuerdo en plenitud llegando a Santander en su Porsche Carrera y luego abajo, en el césped, dando la vuelta al campo antes de los partidos como rutina, con su traje, su fular y su puro cuando se le conocía como Jacobo de Montalvo, con esa preposición que daba pedigrí. ¿Dónde pensaban en su casa que iban a situar al Racing?
-Es que tengo título nobiliario de marqués por la familia. Y no es broma. Pero ese es otro tema. La verdad es que teníamos que entrar porque era una palabra dada, aunque fuese por mi padre. Y a partir de ahí llevar las cosas con la mayor responsabilidad. Nuestra empresa estaba muy bien organizada. El Racing, aunque mucha gente pensará que lo digo con frialdad, cuando es por responsabilidad, pasó a formar parte de una rama de actividad de un grupo muy potente. Y un club de fútbol no era el negocio que nos generaba más ingresos, sino al contrario, pero no se podía dejar apartado porque arrastra a mucha gente. Y todo se lleva con un concepto muy profesional. A la madrileña. Tampoco se propuso o se pactó ninguna fecha de salida y en aquella época casi todos los clubes de Primera estaban más o menos controlados por empresarios punteros o gente afín a la construcción. Nos conocíamos. No era una cosa descabellada porque puedes utilizar sinergias y te posiciona. Tener un club en Primera, y no uno cualquiera, sino el Racing, es mucho. Como constructora, patrocinamos aparte de ser propietarios, como al Hércules. O al Estudiantes. Había experiencia. Pero hay cosas que no puedes controlar...
-¿Cómo era su relación con los entrenadores y los jugadores?
-Escasa. Aplicaba la disciplina empresarial y el conducto reglamentario. No bajaba a preguntarle a alguien que tenía que reportar a un superior. Mi relación era muy correcta y afectiva. En casa, me gustaba bajar a la salida de vestuarios a saludar a la plantilla, animarla y que viese que la figura de la propiedad de Madrid venía y que se preocupaba por el equipo. Mi papel era básicamente de representación y de control en el Consejo.
-¿Por qué su familia apostó por mantener a Pernía?
-En primer lugar, porque objetivamente lo había hecho bien a nivel de resultados. Y en segundo y más importante, es que el Racing tenía una deuda con el Gobierno regional. Pernía parecía un buen interlocutor con las instituciones porque tuvo un cargo político en su día [consejero de Industria, de Turismo y Economía, y secretario general del PP de Cantabria] y conoce bien la provincia. Era idóneo y se decidió por consenso.
-¿Cómo se llevaban?
-Muy bien. Personal y profesionalmente. Pernía, cuando quiere, es una persona que saca su talento y puede ser encantador. Conmigo lo ha sido casi siempre y, además, tampoco tenía demasiado problema porque nuestra empresa estaba muy bien articulada y había una directora financiera del Racing que reportaba directamente al de nuestro grupo. En principio también había un director deportivo, Jesús Merino, y todo tenía su cierto orden. Los números más o menos salían, aunque siempre te dejabas alguna pluma por el camino. Y más en esa época, que no había control presupuestario. Había sensación de tranquilidad dentro de la complicación, porque cuando uno adquiere una rama empresarial que no es la propia, siempre te genera dudas o una cierta incomodidad.
-¿Y la relación entre ustedes cómo es ahora?
-Nula.
-¿Por qué?
-Porque la última vez que le vi me sacó de su casa a rastras [risas].
-¿Cómo?
-Sí. Se había quedado con mi ropa y me debía dinero [le da vergüenza contarlo...]. Suena un poco vulgar o chabacano, pero es tal cual. Con el covid dijo que guardaba mi ropa en su casa y ahí se quedó. Se había hecho una operación económica con mi familia, con los herederos de mi padre, que él no cumplió y me fui a verle a su casa.
-¿Qué pasó?
-Que me echó a rastras.
¿En serio?
-Sí, sí, completamente. Y mi ropa se quedó ahí. Igual la gente me recuerda con unos trajes muy bonitos y tal. Pues puede que vean ahora a Pernía por ahí igual de bien vestido gracias a mí.
-¿Dónde está ahora?
-No lo sé. La última vez que le vi llegué a dos conclusiones: que la edad le trata muy bien y que la justicia le trata mejor.
-Porque él llegó a tener una petición de cárcel y luego...
-Al final recurrió y acabó sin pena de cárcel. El presidente actual, Manolo Higuera, fue quien llevó la acusación particular. Él sabe lo que pasó ahí. Yo simplemente fui como testigo. Manolo y yo nos vimos muchas veces pero siempre desconfió de mí. No le gustaba nada Pernía, con buen criterio, y pensó que si éramos amigos pues yo era igual. Ahora creo que ya no pensará así.
-¿Al final de todo ese batiburrillo solo 'Harry' pagó con pena de cárcel?
-Creo que entró en El Dueso y no sé si sigue ahí. Pernía no tenía antecedentes penales y no entró. Pero bueno, la condena está ahí y la sentencia dice lo que dice.
-A usted también le pidieron unos cuantos años.
-Esto de lo que hablábamos era un juicio por administración desleal y de verificación de fondos. Lo mío fue otra cosa. Fue una cruzada política. Me pusieron por medio. A mí me pidieron 14 años de cárcel. Nada menos. Y de ahí no salió absolutamente nada. Bueno, el disgusto y la preocupación. Que haya un partido político que, para camuflar lo que era un juicio absolutamente político, ponga un particular para darle un barniz neutral, tela. Y que un sindicato como Manos Limpias, del que mucha gente conoce su fiabilidad y se califica por sí mismo, pida 14 años cuando inicialmente eran cuatro...
-¿Cuándo percibe que las cosas no empiezan a ir bien en el Racing?
-Hay cosas que empiezan a no gustar, que es cuando el presidente va amortizando puestos que dentro del club tenían ya una experiencia de años y que podían ejercer un cierto control: Ana María Castanedo, Jesús Merino... Eran sensaciones. Quería un régimen totalmente presidencialista. La intranquilidad era relativa porque el control venía desde Madrid, aunque ya desde allí había voces que se alzaban preocupadas. 'Este señor cada vez tiene más poder y facultades y es difícil de controlar'. Y hay un momento definitivo, tectónico, muy duro, que es la llegada de la crisis de 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. Mi empresa se quedó sin financiación y tuvo que ir a concurso. Entonces ahí, lo que es por mi parte, tuve que estar especialmente centrado en lo que era el negocio central. El concurso salió fortuito, sin responsabilidad de los administradores, pero me llevó un tiempo y en un momento.... No voy a nombrar a una persona que era la administradora concursal de Hacienda, pero que cualquier persona que haya estado vinculada con el fútbol de élite sabe perfectamente quién es...
-¿Soledad García, de la que Tebas dijo que «quería liquidar el fútbol»?
-¡Esa! Íntima amiga de Tebas... Tiene fobia al fútbol. Mi empresa entró en dificultades y empezó a faltar el músculo financiero. Le tenía que echar muchísimas horas al concurso e iba notando que en Santander las cosas se iban relajando porque faltaban interlocutores de la empresa. El Racing quedó como una rama de actividad, pero simplemente controlada por la mano de un señor. Y eso fue delicado. En cuanto conseguí ordenar el concurso, mi buena amiga Soledad me dijo que no me iba a pagar ningún sueldo por seguir ahí haciendo mi trabajo. Yo dije, pues me voy a Santander, que hay que atender al Racing y se nos está yendo de las manos. Y una vez que llegué vi que las cosas no iban igual. El Consejo era gente de confianza de Francisco.
-¿Tenía sospechas de que Pernía estaba cometiendo irregularidades?
-Sospechas, todas. Si me preguntas alguna ilegalidad, entonces no tenía constancia. Recuerdo que se saltaba los consejos y se pasaba la propiedad por el arco del triunfo.
-Igual que llegaban a mis oídos ciertos proyectos dudosos como el del Racing Primavera en Brasil, el coche que se compró, sus viajes y demás le llegaría a usted e informaría en casa a su padre...
-Mi padre estaba para pocas cosas Y menos para las del Racing. A Brasil, para ese proyecto, no fui nunca. Lo dije en sede judicial: fueron dos consejeros, José Campos [exmarido de Carmen Martínez Bordiú] y nuestro delegado de la constructora. Y en principio me pareció un proyecto interesante, no lo voy a negar. Poder hacer relación con un club cerca de Sao Paulo, donde potencialmente pueden salir jugadores y tener derechos preferentes sobre ellos.... Luego alguno ya se descarrió, se enfadó con el presidente y empezó a desvelar cosas que no eran las que había contado…
-Barbacoas como las de Rubiales en Salobreña...
-No sé, porque yo no estuve, y todo eso se conoció después.
-¿Cuánta parte de culpa tuvo usted y su familia en la caída del Racing?
-Indirectamente, mucha. Somos responsables objetivos. No nos hubiese gustado, pero si te quedas sin dinero la solución a la que llegamos con el Gobierno fue tratar de buscar un nuevo inversor. Y fue a lo que me dediqué, a buscar empresas que trabajan en banca privada y que son capaces de encontrar inversores interesados en clubes de fútbol.
-¿Quién le habla de Ali Syed por primera vez?
-Credit Suisse. Me dijo que tenían un inversor garantizado, con fondos dentro del banco y negocios conjuntos. Lo contrasté con otra empresa con la que colaboraba, Editas Capital, y me dijo que era un señor que tenía posibles y que ellos también estaban tratando de abrir un negocio con él, no sé si de aceite de palmera o aceite de coco. Era un señor reconocido por ambas compañías. Entonces, los informes eran positivos.
-Firmó la venta del Racing en Zúrich. ¿Cómo vivió aquel día?
No era la primera vez que veía a Ali. Habíamos tenido ya algún encuentro en Madrid en mi restaurante (Aderezo). La comida fue un poco rara porque, como era musulmán estricto, no había jamoncito ni vino. Pero más allá del chascarrillo, fuimos avanzando.
-¿Le pareció serio?
-Yo he conocido a gente mucho más seria en mi vida que él y con mucho menos dinero. Y por supuesto, más cumplidoras. Pero venía recomendado, así que los agentes de Credit Suisse hablaron con el Gobierno regional a través de la Consejería de Economía y a todo el mundo le encajaba. Ahora se ha dado una voltereta a todo y la gente no se acuerda de lo que decía. Llegamos a un acuerdo y nos plantamos en Suiza para firmar.
-¿Estaba aliviado, frustrado o feliz cuando se cerró la operación?
-Tenía una mezcla de sentimientos. Alivio de decir 'mira, el Racing no sé si va a estar en mejores manos, pero va a estar en unas que económicamente van a poder aportar más que mi empresa' . Y tenía cierta irritación también por algunas maniobras mezquinas de última hora al cargarme gastos extra y deshacerse de responsabilidades.... Si me pregunta directamente si me gustó aquello desde el minuto uno, pues no me gustó nada. Estaba acostumbrado a negociar siempre con gente de otro pelaje. Sabía que Ali tenía mucho dinero, pero eso tampoco quiere decir nada. Si decide no pagar, no paga.
-¿Si su empresa familiar no hubiera tenido problemas también hubiera vendido el Racing?
-Especular sobre eso es complicado. Mi empresa no tenía intención de vender, salvo que hubiese venido alguna persona interesada. Pero no nos resultaba urgente. Pasaba por aquí mucho friki. Vino algún mexicano, un australiano... Se querían quedar en el club y decían que, como iban a hacer mucho beneficio, que iría pagando con él.
-Hay mucha gente que me lo sigue preguntando: ¿Cuál fue el papel de Revilla y su Gobierno en aquel momento?
-Revilla dijo: «Ali Syed es un hombre rico y sabio y ha venido aquí a Cantabria para quedarse». Eso está en YouTube. Y es curioso: el Gobierno no tuvo papel. Con Revilla nunca llegué a hablar de la venta del club ni con Javier Marcano [consejero de Cultura y Deporte]. Simplemente con Ángel Agudo y Luis Egusquiza. Me sorprendió que la firma de Zúrich se presentase el consejero de Economía en vez de Marcano. Es más, en un momento pensé que aquella firma iba a ser nula porque no había representación. Sigo pensando lo mismo, pero el caso es que se firmó. Y al día siguiente, en el antepalco de El Sardinero, se superó con creces el aforo para la presentación del acuerdo. Los que no estaban querían aparecer. Ahí también se trató de utilizar herramientas políticas, vendettas, cosas en las que yo no quiero entrar.
-¿Cómo?
-A mí me llamó ese día el alcalde de Santander de entonces [Íñigo de la Serna, que más tarde fue ministro de Fomento con Mariano Rajoy] para echarme la bronca porque no había sido convocado. Y le tuve que decir que yo no me encargaba del protocolo y que acababa de llegar de Zúrich precisamente sin dormir.
-Todo el mundo quería salir en una foto que ahora es maldita.
-Hubo un paripé muy grande, con cambio de relojes y todo. Luego le enseñaron a Ali la Universidad de Comillas, con todo un cortejo, para que invirtiera. Ahí en el estadio estuvo medio Santander. Lo digo sin reproche, pero la primera vez que vino en avión privado iban a recibirle al aeropuerto con bufandas. Parecíamos todos unos pringados con el equipo luchando por el descenso y él era el salvador. Y de repente todo el mundo llega a la conclusión de que era un mangante sin un duro. Y yo lo que puedo decir es que no sé si el dinero era suyo o de otro, pero aquí palmó por el camino cinco millones de euros.
-Así que sí puso dinero.
-Vaya que si lo puso. Parece que no ha puesto nada y fueron cinco millones. No mucha gente en Santander habrá puesto cinco millones de euros en el Racing. No sé lo que estará poniendo ahora el accionista mayoritario, al que no conozco pero del que tengo un magnífico concepto, pero yo no sé si ha llegado a poner eso ya como Ali. Pasó como con la familia Montalvo: dicen que no pusimos y ha quedado demostrado que sí por todas las directivas posteriores e incluso por la administración concursal.
-¿Cuándo comienza a inquietarse con el hecho de que Ali no es lo que era?
-Al poco tiempo. Porque él tenía que hacer un primer pago, como una señal, de medio millón de euros al Gobierno y a mí, y cumplió. Y ya había hecho antes otro de un millón y medio. Mi inquietud llegó cuando el segundo plazo no llegó y ya no se ponía el teléfono. Veía conductas dentro del club muy raras. Pernía, por acuerdo, seguía como presidente y cuando yo iba al club a preguntar nadie me daba ninguna información. Y podíamos entrar otra vez en causa de disolución y no había tesorería.
-¿No alucinaba con las excentricidades de Ali?
-Cada personaje tiene su estilo. Igual, cuando yo era dueño, tampoco gustaban mis bufandas. A mí me pareció que rompía con la estética previa y que era un personaje un tanto singular. Se saltaba todos los protocolos. Me acuerdo el día del partido con el Madrid, sentado al lado de Florentino Pérez, y parecía un fan del Racing. Hombre, eso lo puede hacer Revilla, que era una estrella de rock and roll o es lo que él se piensa. Pero aquel jersey rosa dando saltos con una bufanda en las manos... Fue tremendo.
-¿Cómo se resolvió aquello?
-Es que si le preguntas a los máximos accionistas actuales verás que todavía no se ha resuelto del todo. Y es cierto. El concurso parece que está bien enfocado y que se va a sacar adelante. Tienen que pagar un último plazo y está controlado, según lo que he leído. Estoy muy tranquilo con lo que veo en la actualidad.
-¿No tiene rencor?
-¿Para qué? ¿Contra quién? Lo digo como racinguista de a pie. Que yo ya no pinto nada. Estoy muy a gusto con la directiva viendo cómo funciona y muy contento por los resultados. Eso sí, yo estoy como estoy... Y eso, salvo dos personas, nadie lo sabe. Me tuve que enfrentar solo ante el peligro. El Gobierno de Cantabria, que en aquel momento fue el PP, no hizo nada de nada. Simplemente meterse contra el Gobierno anterior. Y lo digo, además, con mucho dolor. Demostraron una falta de cariño por el club, por la tierra y por los sentimientos de muchísima gente. Me dolió en el alma. Al presidente, Nacho Diego, le mandé mensajes por tierra, mar y aire para ir coordinados contra Ali. Y nada. Me comí todo el pastel. ¿Cómo acabó? Cuando ganamos todos los juicios, y a mí me tiraban vasos de sidra en las Juntas Generales, veías cosas... Aparecía de repente un suizo por allí, que parecía el Papa de Roma, y le aplaudían. Pensaba 'aquí estamos perdiendo todos el Oremus'. Y hay algo más chungo aún.
-¿Más?
-Sí. Una vez ganado todo, cuando iban a devolver las acciones de Ali a Dumviro, resulta que aparece un administrador concursal de Holanda, un turco llamado Osnur Arsla, que se presentó en Santander en un Consejo diciendo que ya había liberado las acciones y que volvían a manos del racinguismo. Y lo sacaron a hombros bajo palio. Pero lo que la gente no sabe, porque he tenido un contrato de confidencialidad, es lo que ahora ya puedo decir...
-Cuente, cuente...
-Para que aquel señor dijera aquello le tuve que mandar una transferencia de 30.000 euros de mi bolsillo dos días antes. Fue para que no recurriese y aquello hubiese entrado ya en una dinámica imposible por plazos de recuperar el Racing, porque Harry [ya como sucesor de Pernía] y sus medusas seguían desguazando al club. No es que tuviera dos años de vida, es que no tenía ni dos meses de viabilidad. Pues 30.000 euros que hubo que transferirle sin justificante ni nada. Y, además, se puede demostrar.
-¿Cómo afecta un proceso así a la salud?
De mala manera. Lo que ocurre es que cuando, normalmente, las personas que somos o hemos sido activas estamos sometidos a ese nivel de presión, la adrenalina lo tapa todo. Usted ha sido deportista, sabe lo que es eso. Estás con adrenalina y funcionas como un misil. Ahora, párate y a ver qué te ocurre media hora después, ya que no te puedes mover. Por tanto, a nivel físico como mental eso repercute en muchas enfermedades somáticas. A nadie le va a interesar que diga si tengo una diabetes, que si me tengo que medicar desde hace tiempo… Aquello ha influido mucho.
-El juez llegó a devolverle las acciones pero las acabó vendiendo por un euro. ¿Cómo se explica eso?
-Todo el mundo lo entenderá. Y más en Santander, donde todos tenemos Primero de Racinguismo y hasta un Máster. Es coherencia. Yo sabía que recuperando el Racing difícilmente iba a poder hacer nada con él por falta de músculo financiero y porque noté una cierta hostilidad. Se decía que Montalvo y Pernía eran lo mismo y que fuera chorizos. Recuerdo incluso que hubo una especie de Consejo de transición, cuando el plante del Racing en la Copa del Rey ante la Real, con el asalto al palco, y Harry tuvo que irse... Pues ese Consejo montado con peñas y con Felisuco, que entonces estaba en Ciudadanos, lo primero que se dijo fue que Montalvo tenía que devolver las acciones. Y yo pensaba, aquí la gente no se entera de nada. ¿Pero no saben que llevo tres años pleiteando para recuperarlas? Y una vez que las recupere, porque lo diga Felisuco no tengo por qué devolver lo que es mío. Pero era un acto de responsabilidad. Qué hago: ¿me inmolo o me entierro con las acciones? No, había que darle vida al Racing. Y no fue sencillo: la mayoría de recursos no eran de Ali, sino de Harry -presidente designado por él- y un abogado de Santander que era bastante chulesco.
-¿Todo esto en connivencia con Pernía?
Bueno, pero eso lo sabe todo el mundo. Lo dicen las sentencias. Está claro.
-¿Se arrepiente de algo de su paso por el Racing?
Te iba a decir, me arrepiento de haber entrado, pero es que fue una decisión de empresa. Traté de hacerlo lo mejor posible. ¿Qué podía haber hecho? En un momento dado, utilizando mi mayoría en el Consejo, destituir a Pernía porque me olía mal. Lo barajé. Pero pensé que a lo mejor, de cara al Gobierno, que era de transición y estaba terminando con Revilla en coalición con el PSOE, aquello iba a parecer una especie de Golpe de Estado o que me alineaba con alguien ya que iba a ganar las siguientes elecciones el PP. ¿Que podría haber sido yo presidente? Pues si lo miramos ahora, y en condiciones normales, no es que hubiese podido, es que hubiese debido serlo. Pero tenía que haber un cierto consenso. Yo no sé si tenía cara de ser muy listo o tenía cara de ser poco corrupto o interesaba más Pernía que yo.
-Vivía en Madrid y con un desgaste familiar importante con eso de tener que ir, venir, estar en Santander, etcétera. ¿El Racing le costó un poco la familia o no es para tanto?
-El Racing me cuesta totalmente mi vida familiar. Porque llega un momento que, como ya he contado, después del concurso me quedé sin funciones en Madrid y tenía cosas que hacer en Santander del día a día. Se lo planteé a mi exmujer y me dijo que no. Y entonces, bueno, pues la distancia crea desgastes. Conocí aquí en Santander a una chica estupenda, nos enamoramos y hemos sido pareja durante 10 años. En las duras y en las maduras. O sea, yo de Santander, salvo un año que me tuve que volver a Madrid por un tema familiar, que mi padre ya estaba muy enfermo, no me he movido prácticamente. Ni me iba ni de vacaciones. Aquí lo tenemos todo. Y lo digo con todo el orgullo.
-Se desligó definitivamente del Racing en 2014. Quería saber un poco, desde entonces, a qué se ha ido dedicando estos 10 años.
-Si me desligué no fue por gusto, porque hubo una señora o señorita [por Soledad García, la recaudadora de Hacienda] que cuando fueron consejeros afines del Racing a hablar con ella, para tratar de regular todos los pagos del concurso, dijo claramente que 'o el señor Montalvo se desvinculaba ya del Racing o al Racing lo podíamos dar por desaparecido'. Sin músculo financiero y con eso encima de la mesa, tampoco me iba a poner a vacilar a ver si es verdad o no es verdad. Cedí mis acciones al Consejo y ya pasó todo lo que se sabe. Lo que he hecho desde entonces es tratar de sobrevivir con mucha dificultad. Después de que muriera mi padre volví a Santander con mi pareja con mucha ilusión. Teníamos un proyecto inmobiliario bonito para hacer, pero la Agencia Tributaria me manda una notificación y me dice que tengo todo embargado porque consideran que debo un millón y medio de euros de lo que era Grupo Silver Eagle. Lo debe el grupo, pero como ya no está y yo fui administrador, me toca a mí. Hacienda actúa manu militari y todo lo que ingreso en cuenta lo embargan sistemáticamente. Luego lo recurro, lo devuelven y así llevo seis años. Entonces… ¿a qué me he dedicado...? He trabajado en inmobiliarias, en tema de seguros, en tema de alarmas, en lo que he podido. Pero claro, desde un punto de vista de trabajador autónomo y sabiendo que, dinero que ingresas, dinero que Hacienda trinca otra vez.
-¿Y su situación hoy cómo es?
-Suena muy duro lo que quiero decir. Pero parece que es un chantaje emocional, ¿no?
-No, ¿por?
-Pues porque es muy duro, pero es que estoy esperando, con los dedos cruzados, a que no me echen de mi casa y a que me empiecen a pagar la renta social básica o el ingreso mínimo vital. Al menos hasta que la Agencia Tributaria, no tanto ellos sino el TEAR [Tribunal Económico-Administrativo Regional], considere cuál es mi situación y me pueda dedicar a algo.
-¿Cuál es ahora su ingreso mensual?
-Ninguno.
-¿Cero?
-Bueno, tengo un buen amigo en Santander, Pepín Nereo, que es como es. Una persona que además tiene dificultades por varias cosas e incluso tiene alguna sentencia judicial adversa con la que no estoy muy de acuerdo [por todo el Caso Piterman]. Vamos, entre sus ayudas y las de mi exmujer, vivo como un anacoreta.
-¿Por qué sigue aquí y no pide ayuda a algún colega o familiar?
-Porque adoro la ciudad y quiero seguir aquí. Aunque no vaya al estadio, los días de fútbol sales por la calle y ves otra vez el ambiente que se había perdido en la época de Harry. Disfruto con esa ebullición racinguista que a mí me da la vida. Me gusta todo aquí. Me gusta la gente cuando tengo capacidad de relacionarme. ¡Es mi ciudad! Aquí estoy intentando no ponerme nervioso y estudiar lo que estudio, que básicamente es trading, que se me ha dado bastante bien toda la vida, el sistema de Bolsa y cuestiones de Inteligencia Artificial. Me parecen francamente interesantes. A eso me dedico hasta que la Agencia Tributaria deje de morderme las gónadas.
-¿Cómo le tratan los aficionados ahora y qué le dicen?
-Es que ha pasado mucho tiempo. La gente ya no me pone cara. Tuve muchos follones. A ver, cuando una persona, aparte del presidente, es la figura visible... Hombre, yo más visible que la del presidente, porque, aunque le joda [a Pernía], siempre tenía mejor pinta que él [risas]. Si has perdido dos partidos seguidos y sales con todas las de la ley a la calle, pues a veces hasta la policía local tuvo que intervenir. Yo tampoco tengo nada que ocultar y me recuerdan sobre todo la época de Marcelino. La ventaja que tengo también en Santander es que me he vuelto muy santanderino. Cuando empecé tenía un poso todavía muy madrileño y se notaba. Y a mí ahora ya me ven de la tierruca. Y la gente que tenga dudas dirá 'joder, si este cabrón, después de todo lo que le hemos dicho, sigue aquí será porque quiere a Cantabria'.
-¿Mantiene relación con alguien del club?
-No.
-¿Y hay gente a la que haya llamado pidiendo ayuda y no coja el teléfono o no quiera saber nada?
-No he llamado a nadie y lógicamente nadie sabrá cuál es mi situación. A lo mejor me ven un día en la calle Lealtad con mi perro y una mantuca. Lo mío lo sabe Servicios Sociales, el juzgado que me quiere desahuciar, Pepín y ahora lo sabe usted. Ya está.
-¿Y cómo lo lleva psicológicamente?
Unos días mejor, otros regular y otros horrible. Normalmente horrible. Es mucha tensión. Pero no sólo ya por pensar dónde vas a vivir o si te tienes que ir de Santander. Es pensar que tienes que comer algo y que tienes que dar de comer a tu perro también. Oye, y tienes que pagar la luz y una serie de cosas. No me gusta mucho hablar de esto porque parece que de alguna manera estoy utilizando la entrevista como para postularme y pedir algo, ¿no? O hacer una especie de chantaje emocional.
-Tranquilo, cambiamos de tema.
-No, no. Si lo que digo es la verdad. O sea, que la gente sepa que en la vida todo lo que es la meritocracia y tal… No me voy a poner filosófico, pero la vida viene como viene. Puedes ser un tío súper preparado, que te haya ido todo fenomenal, pero se te cruzan tres chinas en el camino, te pegas ahí una leche, te haces una herida en la rodilla, eso se necrosa, e igual te acaban cortando la pierna. La vida es una incógnita. El tema es llevarlo con dignidad.
-¿Cuál es el mayor temor que tiene?
-En estos momentos, ser yo mismo. No puedo tener temores en empresas o si el Racing sube o no sube. Son cosas que me importan, pero mi temor es el verme en la calle, sin solución. Ya tuve una coyuntura muy complicada y no es agradable. De hecho, he dormido dos veces en la calle en Santander. En las Estaciones.
-¡Qué me dice!
-No sé si antes o después del covid. Porque esta pandemia me ha dejado lagunas. Bueno, a todos. Estaba con poco dinero e iba a ir a una pensión a dormir que estaba completa. Y aparte había alguna restricción con el virus y habían reducido el número de camas. Llegué a preocuparme por si me sacaban alguna foto y la veían los míos...
-¿Qué pensaba y cómo vivió esos momentos tan complicados?
-Vuelvo a lo que le decía antes: cuando tienes el cuerpo a mil, con la adrenalina a tope, no te duele nada. No te preocupa nada. Como si estás en el frente. No sé si ha hecho la mili. Yo sí. Y me imagino que uno que está en el frente tiene la adrenalina tan a mil que si le pegan un balazo se entera a los tres minutos. Mientras, ni le duele. ¿Me entiende?
-Claro. ¿Y ahora ya duele?
-Ya va doliendo. Trato de buscarle a todo una lectura positiva. Por supuesto, son cosas que no recomiendo a nadie. Pero dices 'joder, lo he vivido, con dos cojones, y lo he vivido bien'.
-¿Bien?
-Sí, bien porque además un tío me vio y me dijo 'qué hijo de puta, ya sabía yo que te conocía de algo; tú eras el puto presidente del Racing'. Y le dije 'te equivocas'.
-Dueño si acaso.
-El tío: 'No me jodas'. Y le contesté de broma: 'Bueno, lo dejamos en propietario'. Cuando dices que quieres dormir en la calle, es que en la calle no duermes. Estás, pasas la noche, pero no duermes.
-¿Estaba con alguien al lado? ¿Habló con otros 'homeless'?
-Sí, había gente que va y viene... Algunos duermen, algunos se han fumado o bebido cosas. Otros ves que, por su estado físico, se están metiendo cosas que no deberían. Desde luego si uno fuese protésico dental ahí se haría de oro. Enternece y creo que uno de mis mejores talentos es adaptarme a las cosas y hablar a la gente por igual. Escuchaba cada caso y yo decía 'pues mira, yo estoy igual'. Alguno no se lo creía.
-Normal.
-Me decían 'no me jodas, macho, el del Racing; ¿y todos esos hijos de puta que te llaman chorizo? Y bromeábamos para hacerlo más llevadero y decían 'oye, hablando de chorizo, vamos a por un bocata…'. O '¿fumas?'. Y yo decía, 'sí pero no tengo tabaco'. Y escuchabas al fondo: 'No te preocupes'. Y te traen los pitillos. '¿Cerveza?'. Pero es que me daba cosa beber de ahí… 'Tranquilo, que tengo un vaso de plástico nuevo y limpio'. En todos sitios hay buena gente, pero en casi todos los sitios hay muy mala gente.
-Puede ser.
-Eso es una cosa que se aprende con el tiempo. Yo no conocía a la gente. Yo viví en la burbuja de estudiantes, de más o menos élites, entre ingenieros y todo el mundo me hacía mucho la pelota, porque a todo el mundo le iba muy bien conmigo. En cuanto eso se corta no hay amigos en ningún lado.
-Ya no aparecen tantos.
-Bueno, es que no aparece ninguno. Pero ahí, pues mira, uno de la calle te ve de nuevo en un momento dado y te saluda ('hostia, qué chaleco llevas') o te pregunta si has cenado. La gente se lo monta. Y cuando ven que eres una persona enrollada, aunque estés más despistada que un elefante en una cacharrería, te ayudan. Pensaba que igual me partían los morros y fue al revés. No duermes, pues te están contando chascarrillos: uno que si había estado en la Legión y otros, con otras cosas. Es para escribir un libro.
Y tanto.
Estoy, dentro de las dificultades, orgulloso a título personal. No así con personas que estuvieron en mi directiva, eso es evidente, porque algunos están juzgados y condenados. Pero creo que hice una buena labor en el Racing. Por lo menos con mucho cariño. Ahora el fútbol ha cambiado completamente. Es otro modelo. Y los estilos también han cambiado. Ya no hay presidentes, prácticamente, como los de antes. Está Florentino, que es una institución, y tienes a Jan [por Laporta]. Es con el directivo de fútbol que mejor me lo he pasado siempre en las comidas de directivas. Sin hacer disparates, eh. Pero es un tío muy divertido, majísimo. Coincidí con Florentino y con Ramón Calderón en esos encuentros. Algunas comidas te apetecen más que otras. Las del Barça en los dos últimos años eran las mejores. Hasta Laporta pedía que yo fuera sí o sí. Nos reíamos mucho. Era un cañón. Me mandaba cava catalán de Pinot Noir al restaurante que tenía en Madrid. Un tío que, con todo lo que parece, es un caballero. Un poco bala. Pero simpatiquísimo. Otros tiempos que viví. Diferentes a los actuales. No tendré un duro, pero el Racing ahí está funcionando y eso me llena de orgullo porque contribuí a ello con una cruzada infinita. ¿Y mi coyuntura económica..?
-Sí, ¿y de eso, qué?
-Bueno, pues veremos cómo sale. Si alguna vez alguno me ve pidiendo por la calle Lealtad, por lo menos que no me insulte.
Fuente: https://www.eldiariomontanes.es/deporte ... 02-nt.html
Jacobo Montalvo desvela un secreto que era confidencial: «Las acciones de Ali volvieron a la 'tierruca' porque pagué 30.000 euros. Si alguien me ve pidiendo, por lo menos que no me insulte».
Ahora que el Racing vuelve a volar de la mano de Sebastián Ceria y Manolo Higuera, lidera la Segunda bajo la batuta de José Alberto y mira con optimismo el regreso a la élite a lomos de Íñigo Vicente, conviene escarbar entre sus cenizas. Para poder mirar al horizonte sin repetir los errores del pasado, para aclarar flecos pendientes y, ya de paso, para rescatar historias que ponen los pelos de punta. Una de ellas es ésta: mientras Ali Syed (anterior dueño) sigue fugado de la justicia, Francisco Pernía (el presidente en la Belle Epoque) continúa picoteando en paradero desconocido y Ángel Lavín (alías Harry y esbirro de Ali y Pernía) entra y sale de la cárcel, Jacobo Montalvo es el único dirigente de aquella crisis, que casi tumba al club hace una década, que permanece en Santander. Y no precisamente como se le recuerda.
El empresario (Madrid, 1966) puede dar fe hoy de que heredó dos caramelos envenenados, según cuenta en una entrevista en Relevo. Su padre le cedió hace dos décadas la gestión de una constructora que entraba en concurso en Madrid y le dio paso, además, como máximo accionista de un club en UEFA (2008-09) que había adquirido, más por compromiso que estrategia, tras poner 7,5 millones de euros. Pese a los buenos resultados deportivos, la crisis del ladrillo afectó al balón, hubo que vender deprisa y corriendo y al final, tras un traspaso chapucero en el que el comprador desapareció, recuperó el poder en los juzgados para vender sus acciones finalmente por un euro para evitar la desaparición. Hoy conserva la educación, la cultura y el porte de galán en nuestra cita en el futbolero Restaurante Gambrinus, pero sin embargo ahora es un desempleado en quiebra, que vive de alquiler en un minúsculo piso de la Avenida Los Castros con la amenaza latente del desahucio y con el callo de haber dormido incluso en la calle. Ésta es su historia.
-¿Cómo resumiría quién es Jacobo Montalvo para quien no le conozca o no le recuerde?
-Una persona que entró en el Racing por casualidad, por necesidades del guion. Había una situación previa que había que solucionar y me tocó a mí.
-¿Y qué pasó luego?
-Siento decirlo con toda claridad: fui la única persona que se ocupó de recuperar las acciones del Racing que tenía un señor extranjero [por Ali Syed] que no me pagó y demostró que no tenía interés en el club. Si el Racing está jugando ahora es porque hubo uno que se dejó su patrimonio y esfuerzo en que el Racing volviese a la tierruca.
-No tenía esa sensación. Y creo que mucha gente tampoco.
-Porque se piensan cosas que no son. Recuerdo que se decía que mi familia y su empresa no habían puesto dinero. Y que se lo habían llevado crudo. Bueno, pues mire, ahora mismo estoy en una situación que no me da vergüenza decir: tengo un certificado de servicios sociales que dice que estoy en una situación de vulnerabilidad social. Me pueden echar de la casa donde vivo en 15 días [menos ya, porque la entrevista se realizó el pasado 16 de septiembre]. Entonces, evidentemente no me llevé nada.
-Si no le estoy entendiendo mal, me está hablando de desahucios una persona que hace nada era adinerada y dueña de un equipo de Primera. ¿Cómo se come y se bebe eso?
-Porque han ocurrido muchas cosas en este país y en otros. Estudié Derecho y Asesoría Jurídica de Empresas, siempre con la idea de tratar de echarle una mano a mi padre, que fue empresario de éxito pero no muy ordenado. El caso es que constituimos una constructora pequeñita, con cuatro o cinco trabajadores, y en el año 2008 éramos más de mil. Trabajaba y era socio. La empresa funcionaba muy bien, pagaba mucho y se podía permitir muchas cosas. Pero la vida no es un camino recto. Hubo una serie de contingencias que no conocía y no puedes controlar. Hablamos de temas personales: familia, divorcio, el Racing... Me costó mucho dinero a nivel personal, porque nadie me ayudó a recuperar mis acciones y fueron muchos cientos de miles de euros, y mucho tiempo. Y gracias a Dios, tardó, pero se consiguió. Pero cuanto más tarda, más cuesta.
-Me llama la atención que he intentado hablar con Ali Syed, Francisco Pernía o 'Harry', claves en aquel sainete, pero no dan señales. ¿Por qué usted no tiene problema en dar la cara y hablar?
-Aquí, sí. Pero no lo había hecho nunca. Y digo, ¿por qué no? Es que es al revés. No tengo que esconderme de nada. En su día decidí que, por la coyuntura de mi propia empresa y por la del Racing, era más apropiado que viniese a Santander. He veraneado en Cantabria toda la vida, en Comillas, y Santander me enamora. Si me tengo que ir aquí, me muero. Tengo devoción por esta ciudad, por el Racing y su gente. Nací en Madrid de casualidad, pero podría decir como un vasco, que soy de donde me sale de las narices, ¿no? Y en realidad, por el trabajo y por cosas importantes que he hecho, con muchos errores, Santander es mi ciudad. No tengo ninguna gana de moverme.
-Sigo impactado con lo que decía antes. ¿Y qué es de su vida?
-No es un caso particular y supongo que habrá mucha gente a la que le habrá pasado lo mismo o parecido. Cuando tienes un nivel profesional, económico y financiero muy alto y surge la crisis de 2008… A muchas empresas nos pasó lo que nos pasó. Tuvimos que ir a concurso de acreedores. Y a partir de ahí, la Agencia Tributaria me lleva reclamando un millón y pico de euros desde hace seis años por una supuesta deuda. Todavía no he conseguido una sentencia.
-¿Y qué ha hecho durante este tiempo?
-Defenderme. No puedes hacer nada. Vivimos en un país un poco complejo en ese sentido. La ley dice una cosa, pero luego las cosas funcionan de otra manera. Tratas de dedicarte a algo y todo son embargos, embargos y más embargos. Es una especie de exclusión social. Eso es lo que me ocurre ahora mismo. Son complicaciones que han vivido mucha gente que también he conocido en Santander. Les veo comiendo en comedores sociales, en la calle Tantín. Me he encontrado a profesionales de primera línea comiendo en lo que llaman la Cocina Económica. Soy uno más de ellos.
-¿Cómo lo afronta?
-Con sorpresa. Y luego, tratando de ser positivo y no pelearte con el mundo. Porque esto lo único que hace es quemarte y se trata de solucionar los problemas. Pero aquí los plazos de la justicia son los que son... Se me han imputado una serie de presuntos delitos derivados del Racing por los que, evidentemente, no he sido condenado a nada. No podemos decir lo mismo de muchos otros que sí lo han sido [por Pernía y su sucesor Harry]. Son circunstancias de la vida que no te esperas pero te ocurren.
-¿Cómo fue la primera vez que supo del Racing y de qué manera comenzó su relación con él?
-La primera vez debió de ser en un verano en Comillas, comprando cromos.
-Y cuál es el momento en el que en su casa dicen '¿existe la posibilidad de comprar el Racing?'
-Nunca me lo plantearon directamente. En realidad el Racing ya lo compró una sociedad [instrumental] que se llamaba Dumviro Ventures y los accionistas eran otros, de Madrid, y luego se fueron. Revilla le pidió después el favor a mi padre para que se hiciera cargo. Francisco Pernía, que fue el presidente durante mi trayectoria, ya estaba nombrado por consenso entre aquellos socios, por presiones políticas, porque él estaba muy bien relacionado en Cantabria y era comercial en el norte de la empresa de mi padre [Grupo Silver Eagle, que era propietario a su vez de Dumviro]. Y aparte, lógicamente, había simpatía. Me considero montañés.
-¿Por cuánto dinero se hizo su familia con el club?
-Siete millones y medio de euros. Y luego, además, se asumió una cantidad similar, que era cercana a otros siete, de un préstamo participativo del Gobierno de Cantabria al Racing para cubrir un agujero que se produjo con la presidencia de la empresa SADISA y luego con Piterman. Fue cuando quedó un boquete que había que tapar para no entrar en causa de disolución. Eso el Gobierno lo cubrió, pero luego no había tesorería para funcionar. Y es cuando entró la empresa de mi familia y puso un dinero para montar un equipo que, por cierto, no salió del todo mal. Ahí estaban Zigic, Scaloni y otros más. Se hizo un equipo majo y quedamos undécimos en la primera temporada [2006-2007].
-¿Cuánto tardó su padre en decir 'esto es una ruina'?
-Nunca lo dijo. Lo que sí dijo fue 'hijo, esto es un lío, ocúpate de ello'. Eso pasó desde que se constituyó Dumviro. Tuve que ir capeando temporales.
¿Estaba usted preparado para liderar un proyecto de tal envergadura?
-Me pilló con 38 años. Es una pregunta compleja. Ahora se considera que con 50 años uno no está preparado para nada porque ya está viejo. Todo es relativo. ¿Preparado en cuanto a formación jurídica y empresarial? Se supone que sí. Ahora me siento más preparado aún porque uno va aprendiendo. Sobre todo a quien no debes arrimarte. Que no es poco. Es casi lo más importante.
-Hablaba antes del tema de presiones. ¿Es cierto que Ángel Agudo (exconsejero de Economía de Cantabria) le dijo: «Si no entráis en el Racing os vais a quedar sin el Ecoparque Besaya»? [El Ecoparque era una de la adjudicaciones más golosas para las constructoras]
-Fue una escena tensa. Ángel Agudo era cordial, pero tenía sus responsabilidades. A mí, cuando dijo eso, me dejó igual porque el Ecoparque no fue adjudicado a Silver Eagle, que era mi empresa. Se adjudicó a una de Caja de Cataluña con la que trabajábamos en minoría. El presidente de esa caja, que era uno de nuestros socios de referencia a nivel financiero, era Narcís Serra, exministro del PSOE. Nunca he sido muy de meterme en política, porque es un poco bardal y no tengo seguramente el talento o los escrúpulos para manejarme bien en esos jardines. Pero dije que a nosotros no nos iba a quitar nada.
-Usted vivió la época más gloriosa del Racing. ¿Cuál es su mejor recuerdo?
-Podría ir a un tópico, que es el de siempre nos quedará París, porque fue muy bonito [al Racing le tocaron en la fase de grupos de la UEFA 2008-2009 PSG, City y Schalke]. A mí me ilusionó mucho ver el arrastre que tuvo competir en Europa, ir a París, a la Torre Eiffel. Ver aquello lleno de racinguistas con tantas bufandas. Ver El Sardinero lleno también era tremendo. Se hizo muy bien el primer año con Portugal. Con Marcelino fue impresionante. A mí me tocaba estar en el palco y tenía que guardar el protocolo, pero se me caía la lagrimilla. Obviamente hicimos los mejores años a nivel deportivo.
-Le recuerdo en plenitud llegando a Santander en su Porsche Carrera y luego abajo, en el césped, dando la vuelta al campo antes de los partidos como rutina, con su traje, su fular y su puro cuando se le conocía como Jacobo de Montalvo, con esa preposición que daba pedigrí. ¿Dónde pensaban en su casa que iban a situar al Racing?
-Es que tengo título nobiliario de marqués por la familia. Y no es broma. Pero ese es otro tema. La verdad es que teníamos que entrar porque era una palabra dada, aunque fuese por mi padre. Y a partir de ahí llevar las cosas con la mayor responsabilidad. Nuestra empresa estaba muy bien organizada. El Racing, aunque mucha gente pensará que lo digo con frialdad, cuando es por responsabilidad, pasó a formar parte de una rama de actividad de un grupo muy potente. Y un club de fútbol no era el negocio que nos generaba más ingresos, sino al contrario, pero no se podía dejar apartado porque arrastra a mucha gente. Y todo se lleva con un concepto muy profesional. A la madrileña. Tampoco se propuso o se pactó ninguna fecha de salida y en aquella época casi todos los clubes de Primera estaban más o menos controlados por empresarios punteros o gente afín a la construcción. Nos conocíamos. No era una cosa descabellada porque puedes utilizar sinergias y te posiciona. Tener un club en Primera, y no uno cualquiera, sino el Racing, es mucho. Como constructora, patrocinamos aparte de ser propietarios, como al Hércules. O al Estudiantes. Había experiencia. Pero hay cosas que no puedes controlar...
-¿Cómo era su relación con los entrenadores y los jugadores?
-Escasa. Aplicaba la disciplina empresarial y el conducto reglamentario. No bajaba a preguntarle a alguien que tenía que reportar a un superior. Mi relación era muy correcta y afectiva. En casa, me gustaba bajar a la salida de vestuarios a saludar a la plantilla, animarla y que viese que la figura de la propiedad de Madrid venía y que se preocupaba por el equipo. Mi papel era básicamente de representación y de control en el Consejo.
-¿Por qué su familia apostó por mantener a Pernía?
-En primer lugar, porque objetivamente lo había hecho bien a nivel de resultados. Y en segundo y más importante, es que el Racing tenía una deuda con el Gobierno regional. Pernía parecía un buen interlocutor con las instituciones porque tuvo un cargo político en su día [consejero de Industria, de Turismo y Economía, y secretario general del PP de Cantabria] y conoce bien la provincia. Era idóneo y se decidió por consenso.
-¿Cómo se llevaban?
-Muy bien. Personal y profesionalmente. Pernía, cuando quiere, es una persona que saca su talento y puede ser encantador. Conmigo lo ha sido casi siempre y, además, tampoco tenía demasiado problema porque nuestra empresa estaba muy bien articulada y había una directora financiera del Racing que reportaba directamente al de nuestro grupo. En principio también había un director deportivo, Jesús Merino, y todo tenía su cierto orden. Los números más o menos salían, aunque siempre te dejabas alguna pluma por el camino. Y más en esa época, que no había control presupuestario. Había sensación de tranquilidad dentro de la complicación, porque cuando uno adquiere una rama empresarial que no es la propia, siempre te genera dudas o una cierta incomodidad.
-¿Y la relación entre ustedes cómo es ahora?
-Nula.
-¿Por qué?
-Porque la última vez que le vi me sacó de su casa a rastras [risas].
-¿Cómo?
-Sí. Se había quedado con mi ropa y me debía dinero [le da vergüenza contarlo...]. Suena un poco vulgar o chabacano, pero es tal cual. Con el covid dijo que guardaba mi ropa en su casa y ahí se quedó. Se había hecho una operación económica con mi familia, con los herederos de mi padre, que él no cumplió y me fui a verle a su casa.
-¿Qué pasó?
-Que me echó a rastras.
¿En serio?
-Sí, sí, completamente. Y mi ropa se quedó ahí. Igual la gente me recuerda con unos trajes muy bonitos y tal. Pues puede que vean ahora a Pernía por ahí igual de bien vestido gracias a mí.
-¿Dónde está ahora?
-No lo sé. La última vez que le vi llegué a dos conclusiones: que la edad le trata muy bien y que la justicia le trata mejor.
-Porque él llegó a tener una petición de cárcel y luego...
-Al final recurrió y acabó sin pena de cárcel. El presidente actual, Manolo Higuera, fue quien llevó la acusación particular. Él sabe lo que pasó ahí. Yo simplemente fui como testigo. Manolo y yo nos vimos muchas veces pero siempre desconfió de mí. No le gustaba nada Pernía, con buen criterio, y pensó que si éramos amigos pues yo era igual. Ahora creo que ya no pensará así.
-¿Al final de todo ese batiburrillo solo 'Harry' pagó con pena de cárcel?
-Creo que entró en El Dueso y no sé si sigue ahí. Pernía no tenía antecedentes penales y no entró. Pero bueno, la condena está ahí y la sentencia dice lo que dice.
-A usted también le pidieron unos cuantos años.
-Esto de lo que hablábamos era un juicio por administración desleal y de verificación de fondos. Lo mío fue otra cosa. Fue una cruzada política. Me pusieron por medio. A mí me pidieron 14 años de cárcel. Nada menos. Y de ahí no salió absolutamente nada. Bueno, el disgusto y la preocupación. Que haya un partido político que, para camuflar lo que era un juicio absolutamente político, ponga un particular para darle un barniz neutral, tela. Y que un sindicato como Manos Limpias, del que mucha gente conoce su fiabilidad y se califica por sí mismo, pida 14 años cuando inicialmente eran cuatro...
-¿Cuándo percibe que las cosas no empiezan a ir bien en el Racing?
-Hay cosas que empiezan a no gustar, que es cuando el presidente va amortizando puestos que dentro del club tenían ya una experiencia de años y que podían ejercer un cierto control: Ana María Castanedo, Jesús Merino... Eran sensaciones. Quería un régimen totalmente presidencialista. La intranquilidad era relativa porque el control venía desde Madrid, aunque ya desde allí había voces que se alzaban preocupadas. 'Este señor cada vez tiene más poder y facultades y es difícil de controlar'. Y hay un momento definitivo, tectónico, muy duro, que es la llegada de la crisis de 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. Mi empresa se quedó sin financiación y tuvo que ir a concurso. Entonces ahí, lo que es por mi parte, tuve que estar especialmente centrado en lo que era el negocio central. El concurso salió fortuito, sin responsabilidad de los administradores, pero me llevó un tiempo y en un momento.... No voy a nombrar a una persona que era la administradora concursal de Hacienda, pero que cualquier persona que haya estado vinculada con el fútbol de élite sabe perfectamente quién es...
-¿Soledad García, de la que Tebas dijo que «quería liquidar el fútbol»?
-¡Esa! Íntima amiga de Tebas... Tiene fobia al fútbol. Mi empresa entró en dificultades y empezó a faltar el músculo financiero. Le tenía que echar muchísimas horas al concurso e iba notando que en Santander las cosas se iban relajando porque faltaban interlocutores de la empresa. El Racing quedó como una rama de actividad, pero simplemente controlada por la mano de un señor. Y eso fue delicado. En cuanto conseguí ordenar el concurso, mi buena amiga Soledad me dijo que no me iba a pagar ningún sueldo por seguir ahí haciendo mi trabajo. Yo dije, pues me voy a Santander, que hay que atender al Racing y se nos está yendo de las manos. Y una vez que llegué vi que las cosas no iban igual. El Consejo era gente de confianza de Francisco.
-¿Tenía sospechas de que Pernía estaba cometiendo irregularidades?
-Sospechas, todas. Si me preguntas alguna ilegalidad, entonces no tenía constancia. Recuerdo que se saltaba los consejos y se pasaba la propiedad por el arco del triunfo.
-Igual que llegaban a mis oídos ciertos proyectos dudosos como el del Racing Primavera en Brasil, el coche que se compró, sus viajes y demás le llegaría a usted e informaría en casa a su padre...
-Mi padre estaba para pocas cosas Y menos para las del Racing. A Brasil, para ese proyecto, no fui nunca. Lo dije en sede judicial: fueron dos consejeros, José Campos [exmarido de Carmen Martínez Bordiú] y nuestro delegado de la constructora. Y en principio me pareció un proyecto interesante, no lo voy a negar. Poder hacer relación con un club cerca de Sao Paulo, donde potencialmente pueden salir jugadores y tener derechos preferentes sobre ellos.... Luego alguno ya se descarrió, se enfadó con el presidente y empezó a desvelar cosas que no eran las que había contado…
-Barbacoas como las de Rubiales en Salobreña...
-No sé, porque yo no estuve, y todo eso se conoció después.
-¿Cuánta parte de culpa tuvo usted y su familia en la caída del Racing?
-Indirectamente, mucha. Somos responsables objetivos. No nos hubiese gustado, pero si te quedas sin dinero la solución a la que llegamos con el Gobierno fue tratar de buscar un nuevo inversor. Y fue a lo que me dediqué, a buscar empresas que trabajan en banca privada y que son capaces de encontrar inversores interesados en clubes de fútbol.
-¿Quién le habla de Ali Syed por primera vez?
-Credit Suisse. Me dijo que tenían un inversor garantizado, con fondos dentro del banco y negocios conjuntos. Lo contrasté con otra empresa con la que colaboraba, Editas Capital, y me dijo que era un señor que tenía posibles y que ellos también estaban tratando de abrir un negocio con él, no sé si de aceite de palmera o aceite de coco. Era un señor reconocido por ambas compañías. Entonces, los informes eran positivos.
-Firmó la venta del Racing en Zúrich. ¿Cómo vivió aquel día?
No era la primera vez que veía a Ali. Habíamos tenido ya algún encuentro en Madrid en mi restaurante (Aderezo). La comida fue un poco rara porque, como era musulmán estricto, no había jamoncito ni vino. Pero más allá del chascarrillo, fuimos avanzando.
-¿Le pareció serio?
-Yo he conocido a gente mucho más seria en mi vida que él y con mucho menos dinero. Y por supuesto, más cumplidoras. Pero venía recomendado, así que los agentes de Credit Suisse hablaron con el Gobierno regional a través de la Consejería de Economía y a todo el mundo le encajaba. Ahora se ha dado una voltereta a todo y la gente no se acuerda de lo que decía. Llegamos a un acuerdo y nos plantamos en Suiza para firmar.
-¿Estaba aliviado, frustrado o feliz cuando se cerró la operación?
-Tenía una mezcla de sentimientos. Alivio de decir 'mira, el Racing no sé si va a estar en mejores manos, pero va a estar en unas que económicamente van a poder aportar más que mi empresa' . Y tenía cierta irritación también por algunas maniobras mezquinas de última hora al cargarme gastos extra y deshacerse de responsabilidades.... Si me pregunta directamente si me gustó aquello desde el minuto uno, pues no me gustó nada. Estaba acostumbrado a negociar siempre con gente de otro pelaje. Sabía que Ali tenía mucho dinero, pero eso tampoco quiere decir nada. Si decide no pagar, no paga.
-¿Si su empresa familiar no hubiera tenido problemas también hubiera vendido el Racing?
-Especular sobre eso es complicado. Mi empresa no tenía intención de vender, salvo que hubiese venido alguna persona interesada. Pero no nos resultaba urgente. Pasaba por aquí mucho friki. Vino algún mexicano, un australiano... Se querían quedar en el club y decían que, como iban a hacer mucho beneficio, que iría pagando con él.
-Hay mucha gente que me lo sigue preguntando: ¿Cuál fue el papel de Revilla y su Gobierno en aquel momento?
-Revilla dijo: «Ali Syed es un hombre rico y sabio y ha venido aquí a Cantabria para quedarse». Eso está en YouTube. Y es curioso: el Gobierno no tuvo papel. Con Revilla nunca llegué a hablar de la venta del club ni con Javier Marcano [consejero de Cultura y Deporte]. Simplemente con Ángel Agudo y Luis Egusquiza. Me sorprendió que la firma de Zúrich se presentase el consejero de Economía en vez de Marcano. Es más, en un momento pensé que aquella firma iba a ser nula porque no había representación. Sigo pensando lo mismo, pero el caso es que se firmó. Y al día siguiente, en el antepalco de El Sardinero, se superó con creces el aforo para la presentación del acuerdo. Los que no estaban querían aparecer. Ahí también se trató de utilizar herramientas políticas, vendettas, cosas en las que yo no quiero entrar.
-¿Cómo?
-A mí me llamó ese día el alcalde de Santander de entonces [Íñigo de la Serna, que más tarde fue ministro de Fomento con Mariano Rajoy] para echarme la bronca porque no había sido convocado. Y le tuve que decir que yo no me encargaba del protocolo y que acababa de llegar de Zúrich precisamente sin dormir.
-Todo el mundo quería salir en una foto que ahora es maldita.
-Hubo un paripé muy grande, con cambio de relojes y todo. Luego le enseñaron a Ali la Universidad de Comillas, con todo un cortejo, para que invirtiera. Ahí en el estadio estuvo medio Santander. Lo digo sin reproche, pero la primera vez que vino en avión privado iban a recibirle al aeropuerto con bufandas. Parecíamos todos unos pringados con el equipo luchando por el descenso y él era el salvador. Y de repente todo el mundo llega a la conclusión de que era un mangante sin un duro. Y yo lo que puedo decir es que no sé si el dinero era suyo o de otro, pero aquí palmó por el camino cinco millones de euros.
-Así que sí puso dinero.
-Vaya que si lo puso. Parece que no ha puesto nada y fueron cinco millones. No mucha gente en Santander habrá puesto cinco millones de euros en el Racing. No sé lo que estará poniendo ahora el accionista mayoritario, al que no conozco pero del que tengo un magnífico concepto, pero yo no sé si ha llegado a poner eso ya como Ali. Pasó como con la familia Montalvo: dicen que no pusimos y ha quedado demostrado que sí por todas las directivas posteriores e incluso por la administración concursal.
-¿Cuándo comienza a inquietarse con el hecho de que Ali no es lo que era?
-Al poco tiempo. Porque él tenía que hacer un primer pago, como una señal, de medio millón de euros al Gobierno y a mí, y cumplió. Y ya había hecho antes otro de un millón y medio. Mi inquietud llegó cuando el segundo plazo no llegó y ya no se ponía el teléfono. Veía conductas dentro del club muy raras. Pernía, por acuerdo, seguía como presidente y cuando yo iba al club a preguntar nadie me daba ninguna información. Y podíamos entrar otra vez en causa de disolución y no había tesorería.
-¿No alucinaba con las excentricidades de Ali?
-Cada personaje tiene su estilo. Igual, cuando yo era dueño, tampoco gustaban mis bufandas. A mí me pareció que rompía con la estética previa y que era un personaje un tanto singular. Se saltaba todos los protocolos. Me acuerdo el día del partido con el Madrid, sentado al lado de Florentino Pérez, y parecía un fan del Racing. Hombre, eso lo puede hacer Revilla, que era una estrella de rock and roll o es lo que él se piensa. Pero aquel jersey rosa dando saltos con una bufanda en las manos... Fue tremendo.
-¿Cómo se resolvió aquello?
-Es que si le preguntas a los máximos accionistas actuales verás que todavía no se ha resuelto del todo. Y es cierto. El concurso parece que está bien enfocado y que se va a sacar adelante. Tienen que pagar un último plazo y está controlado, según lo que he leído. Estoy muy tranquilo con lo que veo en la actualidad.
-¿No tiene rencor?
-¿Para qué? ¿Contra quién? Lo digo como racinguista de a pie. Que yo ya no pinto nada. Estoy muy a gusto con la directiva viendo cómo funciona y muy contento por los resultados. Eso sí, yo estoy como estoy... Y eso, salvo dos personas, nadie lo sabe. Me tuve que enfrentar solo ante el peligro. El Gobierno de Cantabria, que en aquel momento fue el PP, no hizo nada de nada. Simplemente meterse contra el Gobierno anterior. Y lo digo, además, con mucho dolor. Demostraron una falta de cariño por el club, por la tierra y por los sentimientos de muchísima gente. Me dolió en el alma. Al presidente, Nacho Diego, le mandé mensajes por tierra, mar y aire para ir coordinados contra Ali. Y nada. Me comí todo el pastel. ¿Cómo acabó? Cuando ganamos todos los juicios, y a mí me tiraban vasos de sidra en las Juntas Generales, veías cosas... Aparecía de repente un suizo por allí, que parecía el Papa de Roma, y le aplaudían. Pensaba 'aquí estamos perdiendo todos el Oremus'. Y hay algo más chungo aún.
-¿Más?
-Sí. Una vez ganado todo, cuando iban a devolver las acciones de Ali a Dumviro, resulta que aparece un administrador concursal de Holanda, un turco llamado Osnur Arsla, que se presentó en Santander en un Consejo diciendo que ya había liberado las acciones y que volvían a manos del racinguismo. Y lo sacaron a hombros bajo palio. Pero lo que la gente no sabe, porque he tenido un contrato de confidencialidad, es lo que ahora ya puedo decir...
-Cuente, cuente...
-Para que aquel señor dijera aquello le tuve que mandar una transferencia de 30.000 euros de mi bolsillo dos días antes. Fue para que no recurriese y aquello hubiese entrado ya en una dinámica imposible por plazos de recuperar el Racing, porque Harry [ya como sucesor de Pernía] y sus medusas seguían desguazando al club. No es que tuviera dos años de vida, es que no tenía ni dos meses de viabilidad. Pues 30.000 euros que hubo que transferirle sin justificante ni nada. Y, además, se puede demostrar.
-¿Cómo afecta un proceso así a la salud?
De mala manera. Lo que ocurre es que cuando, normalmente, las personas que somos o hemos sido activas estamos sometidos a ese nivel de presión, la adrenalina lo tapa todo. Usted ha sido deportista, sabe lo que es eso. Estás con adrenalina y funcionas como un misil. Ahora, párate y a ver qué te ocurre media hora después, ya que no te puedes mover. Por tanto, a nivel físico como mental eso repercute en muchas enfermedades somáticas. A nadie le va a interesar que diga si tengo una diabetes, que si me tengo que medicar desde hace tiempo… Aquello ha influido mucho.
-El juez llegó a devolverle las acciones pero las acabó vendiendo por un euro. ¿Cómo se explica eso?
-Todo el mundo lo entenderá. Y más en Santander, donde todos tenemos Primero de Racinguismo y hasta un Máster. Es coherencia. Yo sabía que recuperando el Racing difícilmente iba a poder hacer nada con él por falta de músculo financiero y porque noté una cierta hostilidad. Se decía que Montalvo y Pernía eran lo mismo y que fuera chorizos. Recuerdo incluso que hubo una especie de Consejo de transición, cuando el plante del Racing en la Copa del Rey ante la Real, con el asalto al palco, y Harry tuvo que irse... Pues ese Consejo montado con peñas y con Felisuco, que entonces estaba en Ciudadanos, lo primero que se dijo fue que Montalvo tenía que devolver las acciones. Y yo pensaba, aquí la gente no se entera de nada. ¿Pero no saben que llevo tres años pleiteando para recuperarlas? Y una vez que las recupere, porque lo diga Felisuco no tengo por qué devolver lo que es mío. Pero era un acto de responsabilidad. Qué hago: ¿me inmolo o me entierro con las acciones? No, había que darle vida al Racing. Y no fue sencillo: la mayoría de recursos no eran de Ali, sino de Harry -presidente designado por él- y un abogado de Santander que era bastante chulesco.
-¿Todo esto en connivencia con Pernía?
Bueno, pero eso lo sabe todo el mundo. Lo dicen las sentencias. Está claro.
-¿Se arrepiente de algo de su paso por el Racing?
Te iba a decir, me arrepiento de haber entrado, pero es que fue una decisión de empresa. Traté de hacerlo lo mejor posible. ¿Qué podía haber hecho? En un momento dado, utilizando mi mayoría en el Consejo, destituir a Pernía porque me olía mal. Lo barajé. Pero pensé que a lo mejor, de cara al Gobierno, que era de transición y estaba terminando con Revilla en coalición con el PSOE, aquello iba a parecer una especie de Golpe de Estado o que me alineaba con alguien ya que iba a ganar las siguientes elecciones el PP. ¿Que podría haber sido yo presidente? Pues si lo miramos ahora, y en condiciones normales, no es que hubiese podido, es que hubiese debido serlo. Pero tenía que haber un cierto consenso. Yo no sé si tenía cara de ser muy listo o tenía cara de ser poco corrupto o interesaba más Pernía que yo.
-Vivía en Madrid y con un desgaste familiar importante con eso de tener que ir, venir, estar en Santander, etcétera. ¿El Racing le costó un poco la familia o no es para tanto?
-El Racing me cuesta totalmente mi vida familiar. Porque llega un momento que, como ya he contado, después del concurso me quedé sin funciones en Madrid y tenía cosas que hacer en Santander del día a día. Se lo planteé a mi exmujer y me dijo que no. Y entonces, bueno, pues la distancia crea desgastes. Conocí aquí en Santander a una chica estupenda, nos enamoramos y hemos sido pareja durante 10 años. En las duras y en las maduras. O sea, yo de Santander, salvo un año que me tuve que volver a Madrid por un tema familiar, que mi padre ya estaba muy enfermo, no me he movido prácticamente. Ni me iba ni de vacaciones. Aquí lo tenemos todo. Y lo digo con todo el orgullo.
-Se desligó definitivamente del Racing en 2014. Quería saber un poco, desde entonces, a qué se ha ido dedicando estos 10 años.
-Si me desligué no fue por gusto, porque hubo una señora o señorita [por Soledad García, la recaudadora de Hacienda] que cuando fueron consejeros afines del Racing a hablar con ella, para tratar de regular todos los pagos del concurso, dijo claramente que 'o el señor Montalvo se desvinculaba ya del Racing o al Racing lo podíamos dar por desaparecido'. Sin músculo financiero y con eso encima de la mesa, tampoco me iba a poner a vacilar a ver si es verdad o no es verdad. Cedí mis acciones al Consejo y ya pasó todo lo que se sabe. Lo que he hecho desde entonces es tratar de sobrevivir con mucha dificultad. Después de que muriera mi padre volví a Santander con mi pareja con mucha ilusión. Teníamos un proyecto inmobiliario bonito para hacer, pero la Agencia Tributaria me manda una notificación y me dice que tengo todo embargado porque consideran que debo un millón y medio de euros de lo que era Grupo Silver Eagle. Lo debe el grupo, pero como ya no está y yo fui administrador, me toca a mí. Hacienda actúa manu militari y todo lo que ingreso en cuenta lo embargan sistemáticamente. Luego lo recurro, lo devuelven y así llevo seis años. Entonces… ¿a qué me he dedicado...? He trabajado en inmobiliarias, en tema de seguros, en tema de alarmas, en lo que he podido. Pero claro, desde un punto de vista de trabajador autónomo y sabiendo que, dinero que ingresas, dinero que Hacienda trinca otra vez.
-¿Y su situación hoy cómo es?
-Suena muy duro lo que quiero decir. Pero parece que es un chantaje emocional, ¿no?
-No, ¿por?
-Pues porque es muy duro, pero es que estoy esperando, con los dedos cruzados, a que no me echen de mi casa y a que me empiecen a pagar la renta social básica o el ingreso mínimo vital. Al menos hasta que la Agencia Tributaria, no tanto ellos sino el TEAR [Tribunal Económico-Administrativo Regional], considere cuál es mi situación y me pueda dedicar a algo.
-¿Cuál es ahora su ingreso mensual?
-Ninguno.
-¿Cero?
-Bueno, tengo un buen amigo en Santander, Pepín Nereo, que es como es. Una persona que además tiene dificultades por varias cosas e incluso tiene alguna sentencia judicial adversa con la que no estoy muy de acuerdo [por todo el Caso Piterman]. Vamos, entre sus ayudas y las de mi exmujer, vivo como un anacoreta.
-¿Por qué sigue aquí y no pide ayuda a algún colega o familiar?
-Porque adoro la ciudad y quiero seguir aquí. Aunque no vaya al estadio, los días de fútbol sales por la calle y ves otra vez el ambiente que se había perdido en la época de Harry. Disfruto con esa ebullición racinguista que a mí me da la vida. Me gusta todo aquí. Me gusta la gente cuando tengo capacidad de relacionarme. ¡Es mi ciudad! Aquí estoy intentando no ponerme nervioso y estudiar lo que estudio, que básicamente es trading, que se me ha dado bastante bien toda la vida, el sistema de Bolsa y cuestiones de Inteligencia Artificial. Me parecen francamente interesantes. A eso me dedico hasta que la Agencia Tributaria deje de morderme las gónadas.
-¿Cómo le tratan los aficionados ahora y qué le dicen?
-Es que ha pasado mucho tiempo. La gente ya no me pone cara. Tuve muchos follones. A ver, cuando una persona, aparte del presidente, es la figura visible... Hombre, yo más visible que la del presidente, porque, aunque le joda [a Pernía], siempre tenía mejor pinta que él [risas]. Si has perdido dos partidos seguidos y sales con todas las de la ley a la calle, pues a veces hasta la policía local tuvo que intervenir. Yo tampoco tengo nada que ocultar y me recuerdan sobre todo la época de Marcelino. La ventaja que tengo también en Santander es que me he vuelto muy santanderino. Cuando empecé tenía un poso todavía muy madrileño y se notaba. Y a mí ahora ya me ven de la tierruca. Y la gente que tenga dudas dirá 'joder, si este cabrón, después de todo lo que le hemos dicho, sigue aquí será porque quiere a Cantabria'.
-¿Mantiene relación con alguien del club?
-No.
-¿Y hay gente a la que haya llamado pidiendo ayuda y no coja el teléfono o no quiera saber nada?
-No he llamado a nadie y lógicamente nadie sabrá cuál es mi situación. A lo mejor me ven un día en la calle Lealtad con mi perro y una mantuca. Lo mío lo sabe Servicios Sociales, el juzgado que me quiere desahuciar, Pepín y ahora lo sabe usted. Ya está.
-¿Y cómo lo lleva psicológicamente?
Unos días mejor, otros regular y otros horrible. Normalmente horrible. Es mucha tensión. Pero no sólo ya por pensar dónde vas a vivir o si te tienes que ir de Santander. Es pensar que tienes que comer algo y que tienes que dar de comer a tu perro también. Oye, y tienes que pagar la luz y una serie de cosas. No me gusta mucho hablar de esto porque parece que de alguna manera estoy utilizando la entrevista como para postularme y pedir algo, ¿no? O hacer una especie de chantaje emocional.
-Tranquilo, cambiamos de tema.
-No, no. Si lo que digo es la verdad. O sea, que la gente sepa que en la vida todo lo que es la meritocracia y tal… No me voy a poner filosófico, pero la vida viene como viene. Puedes ser un tío súper preparado, que te haya ido todo fenomenal, pero se te cruzan tres chinas en el camino, te pegas ahí una leche, te haces una herida en la rodilla, eso se necrosa, e igual te acaban cortando la pierna. La vida es una incógnita. El tema es llevarlo con dignidad.
-¿Cuál es el mayor temor que tiene?
-En estos momentos, ser yo mismo. No puedo tener temores en empresas o si el Racing sube o no sube. Son cosas que me importan, pero mi temor es el verme en la calle, sin solución. Ya tuve una coyuntura muy complicada y no es agradable. De hecho, he dormido dos veces en la calle en Santander. En las Estaciones.
-¡Qué me dice!
-No sé si antes o después del covid. Porque esta pandemia me ha dejado lagunas. Bueno, a todos. Estaba con poco dinero e iba a ir a una pensión a dormir que estaba completa. Y aparte había alguna restricción con el virus y habían reducido el número de camas. Llegué a preocuparme por si me sacaban alguna foto y la veían los míos...
-¿Qué pensaba y cómo vivió esos momentos tan complicados?
-Vuelvo a lo que le decía antes: cuando tienes el cuerpo a mil, con la adrenalina a tope, no te duele nada. No te preocupa nada. Como si estás en el frente. No sé si ha hecho la mili. Yo sí. Y me imagino que uno que está en el frente tiene la adrenalina tan a mil que si le pegan un balazo se entera a los tres minutos. Mientras, ni le duele. ¿Me entiende?
-Claro. ¿Y ahora ya duele?
-Ya va doliendo. Trato de buscarle a todo una lectura positiva. Por supuesto, son cosas que no recomiendo a nadie. Pero dices 'joder, lo he vivido, con dos cojones, y lo he vivido bien'.
-¿Bien?
-Sí, bien porque además un tío me vio y me dijo 'qué hijo de puta, ya sabía yo que te conocía de algo; tú eras el puto presidente del Racing'. Y le dije 'te equivocas'.
-Dueño si acaso.
-El tío: 'No me jodas'. Y le contesté de broma: 'Bueno, lo dejamos en propietario'. Cuando dices que quieres dormir en la calle, es que en la calle no duermes. Estás, pasas la noche, pero no duermes.
-¿Estaba con alguien al lado? ¿Habló con otros 'homeless'?
-Sí, había gente que va y viene... Algunos duermen, algunos se han fumado o bebido cosas. Otros ves que, por su estado físico, se están metiendo cosas que no deberían. Desde luego si uno fuese protésico dental ahí se haría de oro. Enternece y creo que uno de mis mejores talentos es adaptarme a las cosas y hablar a la gente por igual. Escuchaba cada caso y yo decía 'pues mira, yo estoy igual'. Alguno no se lo creía.
-Normal.
-Me decían 'no me jodas, macho, el del Racing; ¿y todos esos hijos de puta que te llaman chorizo? Y bromeábamos para hacerlo más llevadero y decían 'oye, hablando de chorizo, vamos a por un bocata…'. O '¿fumas?'. Y yo decía, 'sí pero no tengo tabaco'. Y escuchabas al fondo: 'No te preocupes'. Y te traen los pitillos. '¿Cerveza?'. Pero es que me daba cosa beber de ahí… 'Tranquilo, que tengo un vaso de plástico nuevo y limpio'. En todos sitios hay buena gente, pero en casi todos los sitios hay muy mala gente.
-Puede ser.
-Eso es una cosa que se aprende con el tiempo. Yo no conocía a la gente. Yo viví en la burbuja de estudiantes, de más o menos élites, entre ingenieros y todo el mundo me hacía mucho la pelota, porque a todo el mundo le iba muy bien conmigo. En cuanto eso se corta no hay amigos en ningún lado.
-Ya no aparecen tantos.
-Bueno, es que no aparece ninguno. Pero ahí, pues mira, uno de la calle te ve de nuevo en un momento dado y te saluda ('hostia, qué chaleco llevas') o te pregunta si has cenado. La gente se lo monta. Y cuando ven que eres una persona enrollada, aunque estés más despistada que un elefante en una cacharrería, te ayudan. Pensaba que igual me partían los morros y fue al revés. No duermes, pues te están contando chascarrillos: uno que si había estado en la Legión y otros, con otras cosas. Es para escribir un libro.
Y tanto.
Estoy, dentro de las dificultades, orgulloso a título personal. No así con personas que estuvieron en mi directiva, eso es evidente, porque algunos están juzgados y condenados. Pero creo que hice una buena labor en el Racing. Por lo menos con mucho cariño. Ahora el fútbol ha cambiado completamente. Es otro modelo. Y los estilos también han cambiado. Ya no hay presidentes, prácticamente, como los de antes. Está Florentino, que es una institución, y tienes a Jan [por Laporta]. Es con el directivo de fútbol que mejor me lo he pasado siempre en las comidas de directivas. Sin hacer disparates, eh. Pero es un tío muy divertido, majísimo. Coincidí con Florentino y con Ramón Calderón en esos encuentros. Algunas comidas te apetecen más que otras. Las del Barça en los dos últimos años eran las mejores. Hasta Laporta pedía que yo fuera sí o sí. Nos reíamos mucho. Era un cañón. Me mandaba cava catalán de Pinot Noir al restaurante que tenía en Madrid. Un tío que, con todo lo que parece, es un caballero. Un poco bala. Pero simpatiquísimo. Otros tiempos que viví. Diferentes a los actuales. No tendré un duro, pero el Racing ahí está funcionando y eso me llena de orgullo porque contribuí a ello con una cruzada infinita. ¿Y mi coyuntura económica..?
-Sí, ¿y de eso, qué?
-Bueno, pues veremos cómo sale. Si alguna vez alguno me ve pidiendo por la calle Lealtad, por lo menos que no me insulte.
Fuente: https://www.eldiariomontanes.es/deporte ... 02-nt.html